
lunes, 15 de octubre de 2007
" El Periodista " Tamara Acosta entrevista por Blanca Lewin "Los gobiernos de la transición borraron la conciencia de comunidad"
Tamara Acosta, actriz - "Los gobiernos de la transición borraron la conciencia de comunidad" (Cultura)
Conozco a Tamara Acosta hace varios años. Con ella he compartido grabaciones, viajes de trabajo y alguna que otra comida de amigos. Puedo decir también que en mi casa hay un par de objetos que alguna vez me regaló. Para mí y mi generación ha sido un referente en términos profesionales. Paradójicamente no la conozco mucho y esta es la primera vez que me puedo sentar con ella a conversar largo y tendido acerca de su vida, sus intereses, y lo que piensa acerca de su trabajo.
Así fue cómo me enteré que Tamara pasó toda su infancia y adolescencia en San Bernardo, comuna ligada desde siempre a los trenes y las maestranzas, al igual que su abuelo y su padre quienes se desempeñaron en el oficio ferroviario. Creció en una casa grande con abuelos, árboles frutales, padres que trabajaban mucho y una casa de muñecas en el patio. Unica mujer de tres hermanos: Andrei (33), gerente de marketing de una empresa internacional de turismo, y Maximiliano (21), estudiante de fotografía, Tamara realizó todos sus estudios escolares en el Instituto Sagrado Corazón de San Bernardo, colegio mixto de curas progresistas de una congregación holandesa que andaban en moto, con chaqueta de cuero y fumaban Lucky sin filtro.
La naturaleza de su colegio y entorno la hicieron entusiasmarse precozmente en todo tipo de actividades políticas, sociales y culturales. Fue scout, presidenta de curso, dirigente del centro de alumnos, delegada de la pastoral de su colegio, organizadora de dos centros culturales y militante oficial a los 14 años del Partido Socialista dirigido en ese entonces por Clodomiro Almeyda.
Quería ser arqueóloga o periodista, pero su agitada vida, presagio de lo que vendría después, la hizo descuidar los estudios lo que redundó en un puntaje insuficiente para ingresar a la Universidad. Se matriculó en un pre universitario, tomó clases de danza, y en el tiempo libre que le quedaba entró por curiosidad a un taller para monitores teatrales de una ONG que recién se formaba en una localidad vecina a su San Bernardo natal: El Canelo de Nos.
¿En qué momento decidiste ser actriz?
En el Canelo de Nos tuve muy buenos profesores, como Juan Edmundo González, Elsa Alfaro, gente del "Circo del Mundo". A mí me empezó a gustar muchísimo esto y un día un profesor me dijo que este taller era muy bueno, pero el objetivo era formar monitores para trabajo en las poblaciones. Y si yo quería ser actriz, tenía que estudiarlo en serio. Y ahí lo decidí.
¿Por qué elegiste el Club de Teatro (Academia de Actuación dirigida por
Fernando González)?
No sé. Yo tenía un novio en esa época que era artista visual. El conocía varias actrices y me dijo que esa era una buena escuela. Di esa prueba terrible para entrar y yo decía: "¡no voy a quedar ni cagando!". Y quedé.
¿Cómo era el curso al que entraste en la escuela de teatro, tomando en cuenta que luego egresaron puras mujeres? Descríbeme esa generación.
Eramos terribles. Pasó mucha gente por ahí que luego se empezó a ir. Hubo un grupo de mujeres que armamos una cosa creativa y efectiva súper fuerte. Eramos muy amigas y teníamos mucha conexión artística. Estábamos pensando los mismos temas. Y ahí estaba la Aliocha (Alejandra De la Sotta, académica del Club de Teatro y la Universidad de Chile), la Pancha Gavilán ("Puertas Adentro", "Los Pincheira"), mi amiga Vanessa Lazo (hoy dedicada a la producción), Karen Pradenas y la Claudia Espinoza.
¿Quiénes de los que participaron en tu formación académica significaron una influencia fundamental para ti y qué aprendiste de ellos?
Bueno, yo siempre he dicho: "Rodri" Pérez, que fue mi profesor durante mucho tiempo y fue una influencia súper grande. El me abrió la parte más intelectual, más de estilo. También estaba Luz Jiménez, que fue mi primera profesora de actuación. Ella fue muy importante en mi formación, tenía esa cosa maravillosa de la calidez de armar compañía, equipo, grupo. Naldy Hernández me hizo Brecht, que me sirvió mucho para el realismo, porque mi escuela no impartía tanto realismo, era más moderna, estaba cruzada por Ramón Griffero, Alfredo Castro. Y Fernando González es el que enseña lo del "rigor", eso de que uno se "casa" con el teatro. De repente es un poco exagerado porque a uno le viene la sicopatía de que uno no puede tener una vida normal y ser actriz, algo que yo creo que me dura hasta hoy. Pero para la profesión sirve muchísimo, ya que el rigor es casi más importante que el talento.
¿Sientes que hay una diferencia entre estudiar teatro en el momento que te tocó a ti y hoy día?
En la época que yo estudié había menos amplitud de estilo. Había tres corrientes del ámbito teatral en Chile. Estaban Andrés Pérez, Rodrigo - Alfredo (Pérez - Castro) y Griffero. Luego estaba el teatro más realista, como lo que hacía la Católica o el teatro institucional y no había más. Siento que ahora las generaciones son más independientes, hay muchísima más información, hay muchísimo más teatro. Ahora existe el cine, antes nadie pensaba en hacer tele, era hasta mal mirado. Es una generación más crítica de todo, pero creo que no hay una intención de crítica social o de entender la sociedad, el país.
Se puede decir que en la década del 80, toda esa generación estaba involucrada desde el oficio en todos los temas de la contingencia de ese momento histórico. ¿Crees tú que en todas las generaciones ocurre lo mismo?
No. Yo creo que eso tiene directa relación con la historia de Chile. En la dictadura era tan claro lo que pasaba que el compromiso social o político era una cosa obligada para la gente que se supone que es "consciente", es decir, los artistas. Mi generación, era la generación de "no estoy ni ahí", ¿te acordái? (risas). Ese fue uno de los errores más grandes de los gobiernos de la transición que borraron la conciencia de comunidad, de estado, de país. Vino como un aborrecimiento por el tema político, era como ser "poco moderno".
¿Cuáles eran los temas que inquietaban a tu generación, en contraste con los que crees que inquietan a la actual generación?
Nosotros hablábamos de cosas de nuestra generación pero a partir de lo sensible: de nuestra educación, de nuestra formación, de ser mujeres. Ahora creo que las nuevas generaciones están más sensibilizadas con esa conciencia de comunidad, pero desde un punto de vista más amplio. Sus temas están más cercanos a los temas de la globalización, los inmigrantes, el tema indígena, la izquierda del mundo, la oposición del mundo, etc.
Madame Acosta
La Tamara egresó del Club de Teatro en 1993 con "Madame de Sade" de Yukio Mishima, dirigida por Rodrigo Pérez. El mismo año que yo entré a estudiar en la Universidad Católica. Cuatro años después, yo egresé con la obra "Los Ciegos" de Maurice Maeterlink, curiosamente también dirigida por "el Rodri". No fue casualidad. Tamara ya era un referente para mi generación. Los que éramos de la Católica estábamos empecinados en tener los mismos profesores que tuvo ella y los de su generación, más cercanos a un lenguaje teatral que para nosotros era, en ese entonces, mucho más atractivo y novedoso en relación al que ofrecía la Pontificia.
Tamara nunca imaginó que iba a trabajar en televisión. Entre sus contemporáneos esto era bastante raro. Las primeras actrices que la Tami asocia a ese fenómeno, fueron por ejemplo, Aline Kuppenheim y Angela Contreras (ambas egresadas de su misma escuela). Motivada por Alfredo Castro llegó a Canal 13 donde realizó sus primeras dos teleseries. Luego se incorporó al área dramática de TVN, donde hasta la fecha, siempre ha actuado bajo la dirección de Vicente Sabatini, con el que lleva ya siete teleseries.
"Champaña" fue tu primera experiencia en teleseries. ¿Cómo te sentiste?
Me sentía súper exigida, yo no estaba acostumbrada a ese ritmo. Era riguroso, pero tenía que ver más con la "eficiencia". Aprendí a ser eficiente en la televisión.
¿Y por qué seguiste haciendo teleseries?
Yo miraba a los actores con más experiencia, los veía actuar, después los miraba en el monitor y me preguntaba: "¿cómo lo hacen?". Me empezó a interesar cómo hacerlo, a investigar, y eso es algo que me entretiene hasta el día de hoy.
¿Cuáles han sido los costos y satisfacciones para tu vida profesional y personal?
Aparte de la satisfacción de aprender de este lenguaje, el hecho de estar en pantalla me ha permitido, por ejemplo, empezar a hacer cine. Porque aunque los directores digan que no ven televisión (risas) ¡sí ven televisión! Y saben "quién es quién" y todo lo demás. Además, hasta ahora, los actores de TV también han sido actores de teatro respetados, por lo que es una vitrina nada despreciable. La desventaja está en que uno se va transformando en un "rostro televisivo" y eso te va marginando del teatro, por ejemplo.
Entraste al cine. Te vi en tu primer cortometraje, "Larga Distancia" por el que ganaste un premio como mejor actriz. ¿De dónde vino esta sensibilidad o intuición para funcionar bien en ese formato cuando sabemos que en Chile no se entrega en las escuelas herramientas importantes en lo que respecta a ese género?
Creo que fue a partir de la televisión. El lenguaje es parecido y me empezó a obsesionar el tratar de entender "cómo" se actúa el cine. Y eso es algo muy interesante para uno desde el punto de vista técnico, y también desde lo poético de la fragmentación& la composición, el volumen, el pensar en "planos", cómo dosificas, la especificidad de dónde uno mira, las distancias& Cómo se actúa desde la mano, desde la cara o el cuerpo entero, dónde hay que poner la intensidad. Todo eso es tremendamente difícil, es un trabajo puramente intuitivo. Yo he tenido el privilegio de haber trabajado mucho en cine, y por ende de haber ido aprendiendo con gente que también está aprendiendo.
Hay una pregunta que los actores detestamos y que la hacen los periodistas desde que son alumnos en práctica que pareciera ser un eterno comodín
Ah, ya: "¿Qué tiene de ti tu personaje"? (carcajadas de ambas)
No. Pero no puedo dejar de hacértela. Quiero saber si tienes una inclinación mayor por el cine, el teatro o la televisión. Te lo pregunto como compañera de trabajo, no quiero la respuesta políticamente correcta que todos damos.
Creo que yo he pasado por etapas, pero quizás, lo que más me gusta a mí es el trabajo en equipo. En el teatro y en el cine se arma una dinámica, una mística entre la gente que trabaja. Eso no pasa mucho en la televisión, que funciona más como empresa. Como el teatro es pobre y el cine es pobre, uno tiene que hacer de todo, involucrarse más en la totalidad del proyecto. Lo más probable es que una película o una obra de teatro no se puedan hacer por falta de recursos. Entonces, lograrlo, es un imposible. Y esa cosa idealista es lo que me seduce.
Después de tu estadía en España, vuelves a trabajar con Sabatini en tu primer rol protagónico en una teleserie. En "Los Pincheira" haces el papel de una mujer de comienzos del siglo XX que ha sido obligada a casarse con un hombre que no ama y se enamora de un bandolero. ¿Cómo enfrentas, como actriz, el tema de la imposibilidad de concretar un amor, considerando que es un elemento de conflicto arquetípico del drama en general?
Yo me pregunto: ¿cómo puede enamorarse tanto esta señorita? Creo que hay un ingrediente sobrenatural y mágico ahí también. No tengo más recurso que hacerlo con toda la verdad posible. Sin cuestionarlo ni que pase por lo intelectual. Me ha servido la investigación de la vida de las mujeres pitucas de la época que vivían en casas gigantescas sin hacer nada, donde tenían el espacio para aburrirse profundamente y lo único que querían era escapar. Y esto lo lograban sólo a través de la fantasía, porque los romances eran por carta. Al escribir estaban muy conectadas con la parte sensible del mundo. Y como la escapatoria era un imposible, se enamoraban perdida y fantasiosamente durante años, perdiendo a su familia, a sus amigos, etc.
Conozco a Tamara Acosta hace varios años. Con ella he compartido grabaciones, viajes de trabajo y alguna que otra comida de amigos. Puedo decir también que en mi casa hay un par de objetos que alguna vez me regaló. Para mí y mi generación ha sido un referente en términos profesionales. Paradójicamente no la conozco mucho y esta es la primera vez que me puedo sentar con ella a conversar largo y tendido acerca de su vida, sus intereses, y lo que piensa acerca de su trabajo.
Así fue cómo me enteré que Tamara pasó toda su infancia y adolescencia en San Bernardo, comuna ligada desde siempre a los trenes y las maestranzas, al igual que su abuelo y su padre quienes se desempeñaron en el oficio ferroviario. Creció en una casa grande con abuelos, árboles frutales, padres que trabajaban mucho y una casa de muñecas en el patio. Unica mujer de tres hermanos: Andrei (33), gerente de marketing de una empresa internacional de turismo, y Maximiliano (21), estudiante de fotografía, Tamara realizó todos sus estudios escolares en el Instituto Sagrado Corazón de San Bernardo, colegio mixto de curas progresistas de una congregación holandesa que andaban en moto, con chaqueta de cuero y fumaban Lucky sin filtro.
La naturaleza de su colegio y entorno la hicieron entusiasmarse precozmente en todo tipo de actividades políticas, sociales y culturales. Fue scout, presidenta de curso, dirigente del centro de alumnos, delegada de la pastoral de su colegio, organizadora de dos centros culturales y militante oficial a los 14 años del Partido Socialista dirigido en ese entonces por Clodomiro Almeyda.
Quería ser arqueóloga o periodista, pero su agitada vida, presagio de lo que vendría después, la hizo descuidar los estudios lo que redundó en un puntaje insuficiente para ingresar a la Universidad. Se matriculó en un pre universitario, tomó clases de danza, y en el tiempo libre que le quedaba entró por curiosidad a un taller para monitores teatrales de una ONG que recién se formaba en una localidad vecina a su San Bernardo natal: El Canelo de Nos.
¿En qué momento decidiste ser actriz?
En el Canelo de Nos tuve muy buenos profesores, como Juan Edmundo González, Elsa Alfaro, gente del "Circo del Mundo". A mí me empezó a gustar muchísimo esto y un día un profesor me dijo que este taller era muy bueno, pero el objetivo era formar monitores para trabajo en las poblaciones. Y si yo quería ser actriz, tenía que estudiarlo en serio. Y ahí lo decidí.
¿Por qué elegiste el Club de Teatro (Academia de Actuación dirigida por
Fernando González)?
No sé. Yo tenía un novio en esa época que era artista visual. El conocía varias actrices y me dijo que esa era una buena escuela. Di esa prueba terrible para entrar y yo decía: "¡no voy a quedar ni cagando!". Y quedé.
¿Cómo era el curso al que entraste en la escuela de teatro, tomando en cuenta que luego egresaron puras mujeres? Descríbeme esa generación.
Eramos terribles. Pasó mucha gente por ahí que luego se empezó a ir. Hubo un grupo de mujeres que armamos una cosa creativa y efectiva súper fuerte. Eramos muy amigas y teníamos mucha conexión artística. Estábamos pensando los mismos temas. Y ahí estaba la Aliocha (Alejandra De la Sotta, académica del Club de Teatro y la Universidad de Chile), la Pancha Gavilán ("Puertas Adentro", "Los Pincheira"), mi amiga Vanessa Lazo (hoy dedicada a la producción), Karen Pradenas y la Claudia Espinoza.
¿Quiénes de los que participaron en tu formación académica significaron una influencia fundamental para ti y qué aprendiste de ellos?
Bueno, yo siempre he dicho: "Rodri" Pérez, que fue mi profesor durante mucho tiempo y fue una influencia súper grande. El me abrió la parte más intelectual, más de estilo. También estaba Luz Jiménez, que fue mi primera profesora de actuación. Ella fue muy importante en mi formación, tenía esa cosa maravillosa de la calidez de armar compañía, equipo, grupo. Naldy Hernández me hizo Brecht, que me sirvió mucho para el realismo, porque mi escuela no impartía tanto realismo, era más moderna, estaba cruzada por Ramón Griffero, Alfredo Castro. Y Fernando González es el que enseña lo del "rigor", eso de que uno se "casa" con el teatro. De repente es un poco exagerado porque a uno le viene la sicopatía de que uno no puede tener una vida normal y ser actriz, algo que yo creo que me dura hasta hoy. Pero para la profesión sirve muchísimo, ya que el rigor es casi más importante que el talento.
¿Sientes que hay una diferencia entre estudiar teatro en el momento que te tocó a ti y hoy día?
En la época que yo estudié había menos amplitud de estilo. Había tres corrientes del ámbito teatral en Chile. Estaban Andrés Pérez, Rodrigo - Alfredo (Pérez - Castro) y Griffero. Luego estaba el teatro más realista, como lo que hacía la Católica o el teatro institucional y no había más. Siento que ahora las generaciones son más independientes, hay muchísima más información, hay muchísimo más teatro. Ahora existe el cine, antes nadie pensaba en hacer tele, era hasta mal mirado. Es una generación más crítica de todo, pero creo que no hay una intención de crítica social o de entender la sociedad, el país.
Se puede decir que en la década del 80, toda esa generación estaba involucrada desde el oficio en todos los temas de la contingencia de ese momento histórico. ¿Crees tú que en todas las generaciones ocurre lo mismo?
No. Yo creo que eso tiene directa relación con la historia de Chile. En la dictadura era tan claro lo que pasaba que el compromiso social o político era una cosa obligada para la gente que se supone que es "consciente", es decir, los artistas. Mi generación, era la generación de "no estoy ni ahí", ¿te acordái? (risas). Ese fue uno de los errores más grandes de los gobiernos de la transición que borraron la conciencia de comunidad, de estado, de país. Vino como un aborrecimiento por el tema político, era como ser "poco moderno".
¿Cuáles eran los temas que inquietaban a tu generación, en contraste con los que crees que inquietan a la actual generación?
Nosotros hablábamos de cosas de nuestra generación pero a partir de lo sensible: de nuestra educación, de nuestra formación, de ser mujeres. Ahora creo que las nuevas generaciones están más sensibilizadas con esa conciencia de comunidad, pero desde un punto de vista más amplio. Sus temas están más cercanos a los temas de la globalización, los inmigrantes, el tema indígena, la izquierda del mundo, la oposición del mundo, etc.
Madame Acosta
La Tamara egresó del Club de Teatro en 1993 con "Madame de Sade" de Yukio Mishima, dirigida por Rodrigo Pérez. El mismo año que yo entré a estudiar en la Universidad Católica. Cuatro años después, yo egresé con la obra "Los Ciegos" de Maurice Maeterlink, curiosamente también dirigida por "el Rodri". No fue casualidad. Tamara ya era un referente para mi generación. Los que éramos de la Católica estábamos empecinados en tener los mismos profesores que tuvo ella y los de su generación, más cercanos a un lenguaje teatral que para nosotros era, en ese entonces, mucho más atractivo y novedoso en relación al que ofrecía la Pontificia.
Tamara nunca imaginó que iba a trabajar en televisión. Entre sus contemporáneos esto era bastante raro. Las primeras actrices que la Tami asocia a ese fenómeno, fueron por ejemplo, Aline Kuppenheim y Angela Contreras (ambas egresadas de su misma escuela). Motivada por Alfredo Castro llegó a Canal 13 donde realizó sus primeras dos teleseries. Luego se incorporó al área dramática de TVN, donde hasta la fecha, siempre ha actuado bajo la dirección de Vicente Sabatini, con el que lleva ya siete teleseries.
"Champaña" fue tu primera experiencia en teleseries. ¿Cómo te sentiste?
Me sentía súper exigida, yo no estaba acostumbrada a ese ritmo. Era riguroso, pero tenía que ver más con la "eficiencia". Aprendí a ser eficiente en la televisión.
¿Y por qué seguiste haciendo teleseries?
Yo miraba a los actores con más experiencia, los veía actuar, después los miraba en el monitor y me preguntaba: "¿cómo lo hacen?". Me empezó a interesar cómo hacerlo, a investigar, y eso es algo que me entretiene hasta el día de hoy.
¿Cuáles han sido los costos y satisfacciones para tu vida profesional y personal?
Aparte de la satisfacción de aprender de este lenguaje, el hecho de estar en pantalla me ha permitido, por ejemplo, empezar a hacer cine. Porque aunque los directores digan que no ven televisión (risas) ¡sí ven televisión! Y saben "quién es quién" y todo lo demás. Además, hasta ahora, los actores de TV también han sido actores de teatro respetados, por lo que es una vitrina nada despreciable. La desventaja está en que uno se va transformando en un "rostro televisivo" y eso te va marginando del teatro, por ejemplo.
Entraste al cine. Te vi en tu primer cortometraje, "Larga Distancia" por el que ganaste un premio como mejor actriz. ¿De dónde vino esta sensibilidad o intuición para funcionar bien en ese formato cuando sabemos que en Chile no se entrega en las escuelas herramientas importantes en lo que respecta a ese género?
Creo que fue a partir de la televisión. El lenguaje es parecido y me empezó a obsesionar el tratar de entender "cómo" se actúa el cine. Y eso es algo muy interesante para uno desde el punto de vista técnico, y también desde lo poético de la fragmentación& la composición, el volumen, el pensar en "planos", cómo dosificas, la especificidad de dónde uno mira, las distancias& Cómo se actúa desde la mano, desde la cara o el cuerpo entero, dónde hay que poner la intensidad. Todo eso es tremendamente difícil, es un trabajo puramente intuitivo. Yo he tenido el privilegio de haber trabajado mucho en cine, y por ende de haber ido aprendiendo con gente que también está aprendiendo.
Hay una pregunta que los actores detestamos y que la hacen los periodistas desde que son alumnos en práctica que pareciera ser un eterno comodín
Ah, ya: "¿Qué tiene de ti tu personaje"? (carcajadas de ambas)
No. Pero no puedo dejar de hacértela. Quiero saber si tienes una inclinación mayor por el cine, el teatro o la televisión. Te lo pregunto como compañera de trabajo, no quiero la respuesta políticamente correcta que todos damos.
Creo que yo he pasado por etapas, pero quizás, lo que más me gusta a mí es el trabajo en equipo. En el teatro y en el cine se arma una dinámica, una mística entre la gente que trabaja. Eso no pasa mucho en la televisión, que funciona más como empresa. Como el teatro es pobre y el cine es pobre, uno tiene que hacer de todo, involucrarse más en la totalidad del proyecto. Lo más probable es que una película o una obra de teatro no se puedan hacer por falta de recursos. Entonces, lograrlo, es un imposible. Y esa cosa idealista es lo que me seduce.
Después de tu estadía en España, vuelves a trabajar con Sabatini en tu primer rol protagónico en una teleserie. En "Los Pincheira" haces el papel de una mujer de comienzos del siglo XX que ha sido obligada a casarse con un hombre que no ama y se enamora de un bandolero. ¿Cómo enfrentas, como actriz, el tema de la imposibilidad de concretar un amor, considerando que es un elemento de conflicto arquetípico del drama en general?
Yo me pregunto: ¿cómo puede enamorarse tanto esta señorita? Creo que hay un ingrediente sobrenatural y mágico ahí también. No tengo más recurso que hacerlo con toda la verdad posible. Sin cuestionarlo ni que pase por lo intelectual. Me ha servido la investigación de la vida de las mujeres pitucas de la época que vivían en casas gigantescas sin hacer nada, donde tenían el espacio para aburrirse profundamente y lo único que querían era escapar. Y esto lo lograban sólo a través de la fantasía, porque los romances eran por carta. Al escribir estaban muy conectadas con la parte sensible del mundo. Y como la escapatoria era un imposible, se enamoraban perdida y fantasiosamente durante años, perdiendo a su familia, a sus amigos, etc.
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